Emigrar en la etapa de adulto mayor

 

Si me ves cansado fuera del sendero, lleva mi mirada hacia tu camino. Hazme ver las huellas, que allí están marcadas, un paso tras otro por donde has venido. Y vendrá contigo una madrugada, la voz insistente para un nuevo inicio, que abrirá otro rumbo porque.. ¡Sí he creído!.. que siempre se puede… se puede mi amigo¡”

María Soledad Salazar Valenzuela

 

Tomar la decisión de emigrar es en cualquier etapa de la vida del ser humano una situación difícil, compleja y verdaderamente estresante, pero que eso suceda cuando transitas en la denominada tercera edad lo es muchísimo más.

En esta etapa de la vida por lo general los proyectos personales van dirigidos a la consolidación de las metas que en algún momento del camino se plantearon y a través de los cuales la vida fue deslizándose rápidamente sin dar oportunidad de plantearse preguntas o alternativas.

Eso me ocurrió a mí, cuando pensaba que era el momento de plegarme a la vida fácil, tranquila, buscar nuevos sueños que solo complacieran mi deseo de aprender todo lo que había ido dejando de lado para ceñirme solo al camino del deber, ¡zas¡ todo cambió.

Un día el país, mi país, mi entorno social y los planes de toda una familia se volcaron patas arriba haciéndome detener tan brusca como inesperadamente.

Han transcurrido diez años en que la palabra emigrar se instaló en mi vida por primera vez, ha sido una vorágine de acontecimientos, unos tras otros tan contundentes y dolorosos pero tan aleccionadores como la vida misma lo es. Es muy fuerte tomar la decisión, pero una vez que se empieza el sendero hacia lo desconocido el entramado afectivo de toda una vida al que hay que dejar atrás se convierte en un proceso de contradicciones emocionales en donde se mezclan el duelo por lo que dejamos, con el temor e incertidumbre por lo que no sabemos y la confianza en el porvenir.

Las razones por las cuales emigrar pienso que casi siempre son las mismas, independientemente de las causas, el objetivo va siempre encaminado a tener oportunidades de una mejor calidad de vida, a crecer, a buscar en otros sitios lo que se ha perdido o lo que quizás nunca se conoció.

En el actual momento la migración es un tema de fuerza mayor en el mundo entero, ya no se trata de particularidades, de la iniciativa de una familia en busca de mejor futuro, ahora mismo mientras escribo son centenares de personas, de movimientos de grupos humanos desplazándose de lugares a otros en lucha por la supervivencia. Sobrevivir, libertad, comer, seguridad, derechos a lo indispensable son los motores que impulsan la razón migratoria de los últimos tiempos.

el sendero

No es mi intención disertar sobre el tema pues ya son muchos los especialistas que escriben sobre ello. Busco tan solo extender una palabra de aliento aquellas personas que por encontrarse en la etapa de adulto mayor sienten más agobio y desesperanza ante los retos que implica el emigrar.

Amiga, amigo, ¡ánimo¡ la vida no acaba, empieza, es un nuevo aprendizaje, una nueva oportunidad. El sendero es largo con escollos, obstáculos los habrá, pero momentos interesantes que nos permitan ver la alegría y lo maravilloso que es la vida también se nos presentarán y podremos entonces agradecer los nuevos tiempos que el Creador nos regalará.

Resiliencia es lo que toca, es la capacidad de poder superar y transformar aquellas circunstancias traumáticas en vivencias aleccionadoras de vida. Si alguna sugerencia tendría que dar, les diría no dar cabida a la nostalgia, mantener el pensamiento en el presente, vivir el día a día listos para iniciar la aventura que nos permite acompañar a nuestros seres queridos en la experiencia. Que mejor herencia para nuestros hijos y jóvenes que dejarles el tesoro de la fortaleza, del coraje para emprender nuevos rumbos en la vida.

Ánimo pues, que el camino no se detiene.

 

 

 Para conocer más del poema de Ma. Soledad Salazar Valenzuela:

http://www.poesiaspoemas.com/marysol-salval

Deja un comentario